Alberto Blest Gana (1830-1920), a quien recordamos el pasado 4 de mayo por ser la fecha de su nacimiento, es reconocido como una de las figuras más influyentes de la literatura nacional, al punto de ser nombrado como el “padre de la novela chilena”.
De ascendencia irlandesa y vasca, Blest Gana nació en Santiago y tuvo inicialmente una formación militar. Sin embargo, a los 25 años decidió abandonar su carrera castrense para dedicarse por completo a la literatura, iniciando una etapa que marcaría para siempre la historia de las letras en nuestro país.
Entre sus obras más emblemáticas destacan “La aritmética en el amor” (1860), “Martín Rivas” (1862), “El ideal de un calavera” (1863) y “Durante la Reconquista” (1897). Muchas de estas novelas, además de ser lecturas obligatorias en colegios, han sido adaptadas al teatro y al cine, lo que habla de su vigencia y relevancia para la cultura nacional.
Por otro lado, Alberto Blest Gana no solo fue novelista; también escribió poesía, artículos de costumbres bajo el seudónimo “Abejé”, crónicas de viaje y dramaturgia. Una obra que suele entrelazar historias de amor y ambición personal con momentos clave de la historia de Chile, dando a conocer las costumbres y las tensiones sociales de su tiempo.
La vida del escritor estuvo atravesada por su labor diplomática. Representó a Chile en Estados Unidos, Inglaterra y Francia, donde vivió sus últimos años. De hecho, su paso por Norteamérica inspiró su libro de crónicas “De Nueva York al Niágara” (1867), mientras que en sus años finales, ya retirado, volvió a la ficción con obras como “El loco Estero” (1909) y “Gladys Fairfield” (1912).
Alberto Blest Gana murió en París en 1920, a los 89 años, y descansa en el cementerio Père-Lachaise. A más de un siglo de su partida, sus novelas siguen hablándonos de un país y de una sociedad que, pese al paso del tiempo, conserva intactas sus pasiones y sueños.