Cuentos, novelas e historietas que han marcado la literatura infantil y juvenil en Chile

La literatura infantil y juvenil en nuestro país ha acompañado a niños y niñas por generaciones, abriendo puertas a la imaginación, a la aventura y al conocimiento, siendo un reflejo de nuestra historia, cultura e identidad.

Los primeros textos dirigidos a la infancia se remontan al siglo XIX, cuando la imprenta fue instaurada en el país. Por ese entonces, predominaban los libros de carácter pedagógico y religioso, elaborados por sacerdotes españoles con el objetivo de educar a los niños. Sin embargo, con el avance del siglo XX, comenzaron a surgir autores y publicaciones que apostaban por métodos más lúdicos y didácticos.

Una de las publicaciones más emblemáticas fue “El Peneca”, revista creada en 1908 que se transformó en un fenómeno cultural. Con cuentos, ilustraciones y secciones entretenidas, acompañó a generaciones de lectores durante más de 50 años. En esa misma línea, emergieron autores como Agustín Edwards, con su curiosa obra “Aventuras de Juan Esparraguito o el niño casi legumbre”, y pioneras como Blanca Santa Cruz Ossa, Henriette Morvan (con “La Damita Duende”) y Ester Cosani, quienes sentaron las bases del género en nuestro país.

Con el paso de los años, la narrativa infantil chilena fue incorporando elementos del folclor y la tradición oral gracias a autores como Ernesto Montenegro, con “Cuentos de mi tío Ventura” (1938), y Marta Brunet, con “Cuentos para Marisol” (1938). A ellas se sumaron figuras como Maité Allamand, autora de “Alamito el largo” (1950), y Carmen de Alonso, quien rescató relatos populares en sus cuentos. Mientras que en el género poético Gabriela Mistral también dejó una profunda huella en los lectores más jóvenes con sus libros “Tala” y “Ternura”.

Además, uno de los hitos más importantes para la promoción de la literatura infantil en Chile fue la fundación de la sección chilena de IBBY en 1964. Esta organización permitió reunir a escritores, ilustradores y mediadores del libro, generando un impulso significativo en la creación de obras para la infancia.

Entre los nombres imprescindibles se encuentra Marcela Paz, creadora de “Papelucho”, sin duda el personaje más emblemático de la narrativa infantil chilena. A ella se suman autores como Alicia Morel, María Silva Ossa, Cecilia Beuchat, Víctor Carvajal, Felipe Alliende, y Ana María Güiraldes, quienes expandieron el horizonte temático de la literatura infantil chilena.

Paralelamente, el mundo de las historietas también floreció. Condorito, creado por René Ríos Boettiger (Pepo), se convirtió en un ícono del humor gráfico, trascendiendo fronteras con sus historias breves, ingeniosas y llenas de identidad local. Otro gran exponente fue Mampato, del historietista Themo Lobos y el guionista Eduardo Armstrong, una obra que combinó ciencia ficción, viajes por el tiempo y amistad.

Hoy, la literatura infantil chilena continúa su expansión gracias a la labor de editoriales especializadas, ilustradores de gran calidad y estudios creativos que dan valor a este género.

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