
Continuando con nuestro especial dedicado a la historia de los ganadores del Premio Nacional de Literatura, llegamos a la década de 1970, un periodo profundamente marcado por los cambios políticos y sociales que vivió Chile tras el Golpe de Estado.
La literatura, como reflejo de su tiempo, no estuvo ajena a estas transformaciones. Hasta 1972, el galardón se entregó anualmente, pero a partir del 8 de enero de ese año, pasó a ser bienal.
Durante esta década, fueron distinguidos autores de diversas trayectorias y géneros, cuyas obras enriquecieron el patrimonio literario nacional. En 1970, el novelista Carlos Droguett fue reconocido por su poderosa narrativa, destacando títulos como “Sesenta muertos en la escalera” y “Eloy”. Le siguió en 1971 el poeta Humberto Díaz Casanueva, autor de “El aventurero de Saba”, cuya obra se caracterizó por un lenguaje lírico e intenso.
En 1972, el premio recayó en Edgardo Garrido, novelista de larga trayectoria con títulos como “El barco inmóvil” y “El hombre en la montaña”. Dos años más tarde fue el turno de Sady Zañartu, conocido por su capacidad para retratar la historia y las tradiciones urbanas de Santiago, como en “La sombra del corregidor” y “Calles viejas”.
El poeta y pensador Arturo Aldunate Phillips fue galardonado en 1976, con una obra que combinó ciencia, filosofía y lírica, destacando títulos como “Matemática y poesía” y “Los robots no tienen a Dios en el corazón”. Finalmente, en 1978, el ensayista y filólogo Rodolfo Oroz recibió el reconocimiento por su trabajo dedicado al estudio del lenguaje, especialmente en obras como “La lengua castellana en Chile”.